Ente.



No tengo dónde amontonar los deseos.

Soy un pedazo de algo que ya no existe,

como el resto de luz en la caída de una estrella,

desvaneciéndome, transparentándome.

Ahí donde nadie me mira

me guardo la boca para proteger tus besos,

me guardo la lucidez para no perderte el rastro,

y entro sumisa

a un bosque húmedo y espeso,

rodeada de marchitas sombras,

enjaulada en agua sucia,

arañando los restos de paciencia,

mutilando mis posibilidades.

No tengo más que el deseo de tenerte,

y éste está arrumbado en un rincón

junto a tantos otros,

que me perforan la piel con tu nombre

y me apretan hasta las venas.

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