Hondo

Calado hasta el hueso,
doliente.
Profundo,
bocanada de aire espeso,
sin pausa sin ritmo.
Bien hondo,
adentro,
donde las voces son ecos de voces
que no son nada,
donde el susurro se duerme
de tanto hartazgo,
donde tus ojos se entierran
y no se van.
Hondo,
clavado y punzante,
para que recuerde que no sos mío,
para llorarte los besos,
para hundirme y no poder respirar.

Comentarios

Entradas populares de este blog

Aproximaciones a “Condensación” de Leonardo Vercelli. * (Romina Tovar)

Eclissi...

abiana