Gris oscuro.

Puse mis sueños en tierra, los hice echar raíces.
A diario alimentaba de sol y agua fresca sus tallos.
Crecieron.
Pero a otros seres carentes de sueños les molestó mi árbol.
Soplaron y soplaron hasta que despertaron al viento.
Y vino el viento helado del sur.
Y se llevó la última hoja.
Y ya no hay sueños.

Puse mi corazón en agua fresca y pura de río, para que floreciera con algas y rayos de luna.
Pero los rumores de orilla llegaron para ahogarlo todo.
Y rompieron en olas duras, golpeando, arrasando con la calma.
Y ya no hay corazón.

Puse mi voz en tu nombre.
Lo llené de claves de Fa, de acordeones y cellos.
Y tu nombre y mi voz se hicieron historia.
Pero la música incomoda a las sombras.
Y vino la oscuridad.
Y ya no escuchaste mi voz diciendo tu nombre.
Y quedé muda, de sueños, de corazón, de tu nombre.

Quedé muda de voz, de vos.

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